Restaurar, en el sentido puro de la palabra, es dejar una moto ( o cualquier otra cosa) en su estado original, es decir, como el día que salió de fábrica.
Restaurar no es, por ejemplo, cromar todo lo cromable de una moto, ni tampoco es ponerle un manillar, o cualquier otra pieza que no le corresponda.
Restaurar una moto es desarmarla, pieza por pieza, tornillo a tornillo. Separar esas piezas y seleccionarlas: unas para cromar, otras para niquelar, otras para chorrear...
En cuanto a las ruedas, se quitan los radios viejos, preparamos los tambores y pulimos las llantas.
Posteriormente procedemos a radiarlas con radios nuevos, por supuesto, y a montar el neumático adecuado.
Debemos por otro lado localizar y comprar todas las piezas que necesitemos cambiar.
En cuanto al motor, lo desmontaremos, viendo el material que necesitamos poner nuevo. Una vez desarmado procederemos a chorrearlo (cuando el motor vaya pintado) o a pulirlo.
Una vez preparadas todas las piezas de la moto tendremos que pintarla, tanto el chasis, como el resto de las piezas. Decidir el color del que pintaremos no es tarea fácil, ya que deberemos elegir adecuadamente el color de su época.
Cuando tengamos todas las piezas preparadas, la moto ya está lista para su montaje. Pondremos todos los tornillos nuevos, al igual que los cables. Fabricaremos la instalación eléctrica y montaremos todo.
Una vez terminada sólo queda probarla.